Nada escapa a la Ley de CAUSALIDAD, estamos hoy aquí, como resultado de lo que hicimos en el pasado. Hablando en términos homeopáticos, mi llegada a la Homeopatía fue por efecto
secundario de los medicamentos que había tomado en mi vida. En mi caso, un suceso que inició a los 8 años cuando me caí de una tapia (muro) aterrizando con mi cráneo, lo cual llevó al neurólogo a formularme simultáneamente 3 poderosos anti convulsionantes (Fenobarbital, Carbamacepina y Epamin). Años más tarde estudiando farmacología en la universidad, mi curiosidad por conocer los mecanismos de acción de las drogas, me impactó leer los efectos secundarios y reacciones adversas que presentaban estos medicamentos que estuve tomando por años y que por voluntad propia o rebeldía suspendí la orden del médico. Me causó indignación y rabia contra mi médico que me formulara tales medicamentos pues nunca presenté convulsiones epilépticas, pero si presenté ototoxicidad con hipoacusia unilateral. En la Universidad en clase de Farmacología me interesaba mucho el mecanismo de acción de las medicinas, sus acciones terapéuticas, pero me inquietaba los efectos secundarios o efectos colaterales. Desde entonces me preguntaba, como un medicamento que busca “eliminar la enfermedad” puede en “algunos” casos generar enfermedad, dañar algún órgano tal como me sucedió a mi, que terminé medio sordo. Luego me encuentro años mas tarde formulando antibióticos y terapias hormonales a mis pacientes vacunos, y me atormentaba la idea que metabolitos de estas drogas salieran en el camión de la leche al día siguiente, cuestionándome mi responsabilidad con el ser humano que consume esto. De tal manera, un buen día me encuentro buscando libros sobre terapias limpias (herboterápia, saberes ancestrales, etc) y el universo confabula y me presenta un recorte de periódico donde anuncian un curso en formación homeopatía veterinaria para médicos veterinarios, a la cual aterrizo de cabeza (por segunda vez), y graduándome en 1993 de la F.I.C.H. El resto ya pertenece a la historia; encontrar una medicina que no produzca daño, no presente efectos adversos secundarios, que armonice con los procesos naturales, fue una verdadera bendición.
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