Un acto de AMOR
es aceptar que nuestros seres queridos han cumplido su misión en la tierra.
Mantenerlos con nosotros se convierte en un acto egoísta cuando aquel, quien
nos acompañó tantos años, está sufriendo o padeciendo los dolores que debe
significar aquel proceso de desencarnar o dicho de otra forma de liberar al espíritu
del cuerpo.
Cuando medito
sobre esta frase para aplicarla a los animales, pienso en cual podrá ser la misión
de una mascota de compañía al humano (acompañar, apoyar, soportar, canalizar,
enseñar); con animales de trabajo como el equino, podría ser la de convertirse
en instrumento laboral (transporte, carga, fuerza) o recreativa en el caso de
la equitación, que adicionalmente produce (ejercicio, satisfacción, compañía,
apoyo). Ahora bien en el caso de los animales de producción, que le ofrecen al
ser humano alimento, abrigo (carne, leche, huevos, lana, cuero, peines, brochas,
suero para la fabricación de la vacuna del sarampión, paperas, gelatina, champús,
jabones y 23 productos más)
Sea cual fuere el
más elevado fin de su existencia, los animales que nos han acompañado
emocionalmente o productivamente les debemos respeto, consideración y compasión,
y cuando llegue el momento adecuado, permitirles que trasmuten su existencia a
otro nivel…. el que les corresponda.